lunes, 4 de marzo de 2013

¿Las paredes laten?

Hace una semana cerraba maleta y -junto con un grupo de alumnos- emprendíamos viaje a Málaga en busca de experiencias de las que nutrirnos. Habíamos quedado con amigos de asociaciones, proyectos e iniciativas que nos interesaba conocer en primera persona. 

La bruja buena de este viaje era Esther Monleón, amiga y gestora cultural de la Diputación, que lleva años sabiendo apuntar la nariz a lo importante en el mundo artístico, sociocultural y educativo de esa ciudad. Un ejemplo de ello fueron las diez “Escuelas de Valores” que han marcado a varios cientos de docentes, educadores sociales y animadores socioculturales. Cada vez que me encuentro con alguno de los participantes de aquella experiencia exudan rabia e impotencia al saber que este año, a principios de julio, no podrán hacer la maleta –una vez más- camino de este espacio de libertad y formación.
 
Y es que hacer maleta es una de las cosas más educativas que hay. Porque supone crear la INTENCIÓN. O lo que es lo mismo: incorporarnos vitalmente en un proyecto educativo.
Esta semana visitábamos bastantes iniciativas que nos interesaban. Cada una de ellas merecería un post y quizá lo haga. Pero hoy toca hablar de algo que me impactó especialmente.

Esther nos lleva de la mano a un pequeño colegio de una pedanía de un pueblo cercano a la ciudad de Málaga: Benagalbón; pedanía de El Rincón de la Victoria -a poco más de 30 minutos del centro de Málaga-.Allí nos encontramos con un proyecto realmente impresionante que nos presenta Antonio Palomo, director del Centro.

El salón de actos se ha convertido en una sala de exposiciones que bajo la denominación “Robert Harvey” aloja en residencia proyectos de artistas contemporáneos que diseñan su obra e incorporan a grupos de alumnos y familias en su proyecto artístico.

El proyecto artístico taladra de parte a parte el centro educativo tatuando cada pared con cuadros, obras, esculturas, instalaciones. Productos artísticos que se incorporan después al comedor, a los pasillos, los jardines, aulas. Productos artísticos en los que han participado familias, alumnos, profesores, artistas.

Merece la pena visitar la web del centro y recorrer lo que han creado año a año . http://colegiodebenagalbon.com/la-sala-de-arte

Ver todo aquello me devolvía una vez más aquella pregunta que me asalta continuamente: ¿qué hace que haya centros que apuestan por innovar? ¿qué hace que haya equipos que deciden indagar por propuestas educativas de vanguardia mientras que otros se instalan en la añeja escuela-de-la-reproducción?

Intuyo que tiene que ver con algo sencillo. Quizá las gentes que apuestan por la innovación en sus prácticas educativas solo tienen un mérito: incorporar su vida a ese proyecto. Involucrarse vitalmente. Sentir que es necesario romper las fronteras del espacio y el tiempo en las escuelas. Y sobre todo incorporarse vitalmente en la construcción compartida de aprendizajes permanentes y útiles.

En el Colegio de Benagalbón los niños viven una veintena de proyectos artísticos a lo largo de su escolarización. Viven la relación directa del arte con los contenidos de aprendizaje. Viven el compromiso del centro con la innovación. Quizá innovar no es tan complicado; es tan solo dejar que las paredes latan y ser capaz de escuchar el latido que invita a vivir.