domingo, 31 de enero de 2010

El pesioptimismo de Morín

Abro por medio El País y me encuentro con la foto de un Morín pensativo tras la Mac-manzana global y delante de un ejemplar del Larousse acompañado de otro par de decenas de libros de papel y pienso en el lanzamiento del iPad -ayer- que tal vez nos meta en el bolsillo la enciclopedia británica, las obras completas de Borges, salve la Amazonía de la deforestación y seguro nos convierta la biblioteca de Alejandría al Mp3 de los e-book.


Morín está en cualquier sitio menos en el centro. Es uno de los pensadores más claros de este siglo XXI al que él llega tras pensarlo desde mediados del pasado. Es un pensador que ha dado las claves más relevante para entender este mundo en que nos movemos. Se atreve a explicar cuales son las urgencias de la educación y ha formulado las bases de lo que denomina el pensamiento complejo y que es posiblemente la herramienta más útil para entender y diseñar estrategias educativas.

En el año 200o redactó un informe -colectivo y revisado- llamado Los siete saberes para una educación para el futuro que debía ser examen obligado para esos tecno-adminstradores de la educación que ahora tanto se llevan. Allí habla, sin nombrarlas, de competencias educativas, de humanismo, de desarrollo, de saber y conocimiento.

Personalmente hay un pequeño libro redactado con Roger Ciurana y Domingo Motta llamado Educar en la era planetaria que en menos de un centenar de hojas redactan lo que yo considero un excelente libro de texto que podía hacerse obligatorio para ese nuevo Master-mp3 de secundaria que, la verdad apoyo en el concepto y en la idea, pero que hay que trabajar mucho mucho más.

En el artículo de El País encontraréis una entrevista en la que desmenuza el complejo sentimiento de pesioptimismo sobre las posibilidades de cambio en nuestra sociedad y titulado Europa está sonámbula. Es interesante leerlo tras el que publicaron también el EL País, firmado por él y más interesante, titulado Elogio de la metamorfosis.