viernes, 6 de abril de 2012

Tecnología, educación y temperatura.

Cada vez que me llaman para intervenir en un curso sobre tecnología y educación hay un momento que disfruto mucho y es cuando me encuentro a todo el mundo encendiendo los ordenadores del aula esperando instrucciones para pelearse con el cacharro que tienen enfrente capaces, incluso, de borrase las huellas datilares.

Curiosamente son los mismos que suelen hablar de lo frío de la tecnología, los peligros de que lxs alumnxs accedan libremente a la red, los riesgos de piratas, virus y demás fauna mitológica que aterroriza a los adultos de hoy al igual que lo hacía, hace 40 años, el "hombre del saco".

Como decía, hay un momento que disfruto muchísimo y es cuando les pido que apagen los ordenadores, se levanten y jueguen. Que se presenten, que se den información, que se toquen, que se huelan, que se hagan muecas, que se cuenten un cotilleo, una mentira, una verdad, un secreto...

Es el momento en que poder descubrir el secreto de mi presencia allí: que no les voy a hablar de tecnología sino de educación. No de cacharros, sino de métodos, de comunicación y no redes de cables y ondas, de emociones y no informaciones, de territorio y no de comunidades virtuales, de cuerpos y no avatares.

Ya hablaremos luego de como la tecnología puede ayudar a romper, acercar, recrear todos esos elementos que integran el acto educativo. Pero luego.

Si consigo que en este momento no me echen a patadas de allí, la cosa va bien. Es el momento en que plantear -entre otros- el debate sobre la temperatura, la tecnología y la educación. ¿es fria la tecnología?

El debate se suele suscitar por un argumento muy sólido y que comparto: "Nada puede sustituir a las relaciones humanas directas". Detrás de este argumento suele venir una crítica a las tecnologías como "cacharros que nada pueden aportar al acto educativo".  Esto ya no lo comparto tanto.

Ahí es donde tengo que volver a las dinámicas de juego y relación del principio. Es el momento de preguntar que pueden aportar en términos de ruptura y reorganización de los elementos del currículo, de las relaciones, de los roles, de la construcción del conocimiento, del espacio y tiempos educativos...¿pueden las tecnologías facilitar las relaciones entre las personas, romper el espacio y tiempo que las separan, facilitar la creación de contenidos ...?

El otro día me sucedió algo que -además de emocionante- lleva a la realidad física y cotidiana esta reflexión.

Itahisa, -alumna de mis clases de "desarrollo comunitario"- hace un par de meses que dejó de asistir con continuidad. Andaba ya en los últimos meses de embarazo y la estaba costando demasiado el esfuerzo de venir a diario a clase. Sin embargo sigue en contacto conmigo a través de algunos cacharros tecnológicos y se ha apuntado a algunas actividades que la interesaban especialmente.

Este miércoles estaba preparandome para salir de Madrid cuando recibo en facebook un mensaje directo de Itahisa que me dice "¡¡que voy a ser mamá!!"

La cosa es que había "roto aguas" y estaba ya en el hospital esperando. La habían dicho que tendría que pasar la noche allí y que pensara que para el día siguiente nacería su hijo. En ese momento se le ocurrió la idea de contarmelo a través de "estos cacharros tecnológicos".

Después de pedirla permiso para hacerlo, -y que ella me pidiera que no dijera el sitio donde estaba ingresada- pude difundir la noticia por facebook y whatsapp de forma que -literalmente- la inundaron a besos y buenos deseos. Una decena de horas después me llegaba por whatsapp la foto de Nahua.

Esta es la tecnología que me interesa. Usaré el ejemplo en el próximo curso.