martes, 14 de octubre de 2014

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Vamos allá

Por estas fechas hace algunos años escribo un post obligado: “Encantado de conocerte”. Los alumnos de primer curso de FP de grado superior comienzan sus clases. En mi centro público también.

Durante las últimas semanas decenas de miradas revoloteaban por los pasillos esperando que salieran las listas de admitidos, entregando papeles y observando con curiosidad todo lo que les rodeaba.
Es un año de enfados. Las matrículas han subido un 120 por ciento respecto al curso pasado. Las normas para organizar la matriculación han hecho coincidir en el mismo día a los alumnos de ciclos de grado medio y superior en las secretarías provocando colas y descontentos. Y para poner lazo al precioso regalo de inicio de curso, en mi centro tenemos un edificio entero inutilizable ya que la construcción de un ascensor en el edificio se inició el 14 de agosto y no a primeros de julio como sería de esperar. Dicen –a modo de explicación- que parece-ser-que-se-nos-informa, que el problema para que no comenzaran antes es que “faltaba una firma”. Así que de vez en cuando miramos la puerta del edificio herido esperando que en cualquier momento aparezca por el hueco del ascensor inexistente la cabeza de Groucho Marx pidiendo más madera. Y es que al final tendremos que buscar la forma de hacer que los intentos de los dioses para llenar de mierda la enseñanza pública tengan una correcta devolución del paquete por “destino equivocado”.

Así que el día uno de octubre allí estaré dándote la bienvenida diciéndote que estaré encantado de concerté. Lo tendré que hacer quizá en la biblioteca del centro o en aula prestada de aquí o de allá, pero tendremos nuestro espacio de encuentro.

Y lo haremos con un objetivo compartido, porque los que construiréis este curso compartís conmigo algo que me lleva más de cuarto de siglo ocupando: la educación. Serán futuros educadores infantiles, integradores sociales o animadores socioculturales.

Educadores todos y todas con los que el encargo es muy sencillo; inyectar la idea de que la educación es la herramienta más potente que existe para hacer dueñas a las personas por su caminar en este mundo; y que se impregnen de la ilusión por construir una profesión que te puede llevar a levantarte cada mañana contento de ir a trabajar. A trabajar con personas.
Así que mientras miraba el edificio herido ya andaba engrasándose el curso. Pensando y organizando las actividades en centros en los que intervendrás y aprenderás con niños que estarán encantados de conocerte. Organizando visitas y viajes que te llevarán a conocer otras realidades, algunas lejos como el centro del Atlas, otras cercanas como Málaga o simplemente el Retiro de Madrid. Este curso también te llevará a realizar Jornadas profesionales en InterActúa14, vivir días en una Granja Escuela como educadores, hacer talleres de performance y utilizar el arte contemporáneo como herramienta educativa. Conocerás en directo como se trabaja en centro de todo tipo como el Centro de Acogida al Refugiado o en Hospitales. Convivirás días en escuelas infantiles o serás organizador de veladas nocturnas en centros educativos. Construiremos poco a poco tu profesión de educador y educadora.

 “Hola, me llamo Juanjo, encantado de conocerte. Recorreremos un curso juntos.”

martes, 10 de junio de 2014

Orquesta de Instrumentos Reciclados

Hoy hemos vivido una jornada intensa. Los animadores socioculturales en formación del BB han acompañado una bonita historia.

A las 9 de la mañana una pareja de amantes que se comunicaban por la música se buscaban entre las clases del CEIP Manuel Núñez de Arenas. Preguntaban a los niños si sabían donde encontrarse y les pedían que construyeran instrumentos musicales con materiales reciclados.

A media mañana los niños y los amantes se encontraban junto a una orquesta iniciando un proyecto que se desarrollará por años: "La orquesta de instrumentos reciclados".

Es el proyecto de la Orquesta de Cateura que viaja a España y se desarrollará colaborativamente en el Núñez de Arenas y el Barrio de Bilbao. No es de extrañar que radio, televisión y prensa estuvieran visitando el centro y preguntado a todos.

Los animadores socioculturales han hecho un excelente trabajo. Todos les felicitaban y desde aquí también quiero hacerlo.... ¡¡¡enhorabuena educadores!!!

martes, 17 de septiembre de 2013

El arte de la seducción

No recuerdo su nombre ni su cara. Lo que si recuerdo es que aquel artista y maestro llevaba el pelo un poco largo, su taller de plástica tenía un rincón en el que ordenaba materiales de desecho que él mismo había recogido por ahí y dedicaba su tiempo a cosas tan incomprensibles como abrir su espacio para que aquellos que queríamos pudiéramos ir por la tarde a compartir un espacio de tranquila creación. De intima creación. 

Amasábamos barro, manchábamos telas o papel y hablábamos. Hablábamos de la vida, de nuestros sueños de adolescentes en un mundo que se abría y en el que queríamos ocupar un lugar activo. Todo ello lo expresábamos con nuestras manos y nuestros cuerpos. Mientras él nos daba herramientas para que pudiéramos explotar al máximo nuestra capacidad expresiva: Nuestras ganas adolescentes por expresarnos.

Hace alguna década me llegó la noticia de su muerte temprana y recuerdo que la sentí como la de un familiar cercano. Alguien íntimo.

Cuatro décadas después me veo preparando, una vez más, una ponencia para un grupo de docentes en la que intentaré tatuar una letanía que he escrito por activa y por pasiva y que me lleva –tantos años después- a la memoria de este maestro:

Solo aprendemos lo que emociona,
Solo enseñamos lo que seduce.

domingo, 19 de mayo de 2013

Raynair, Fortasec y Educación 7/24

El día 6 de mayo recibía un mensaje de Ana confirmándome de que salía publicado un extenso artículo en el que me posicionaba en la metodología de proyectos. 

Lo escribíamos con la excusa de mis vistas al Atlas con grupos de educadores y de un proyecto que titulamos en su día "Cambia la Mirada" y que pasó a formar parte de otro más extenso en el tiempo que terminamos llamando "El péndulo de Ifoulou".

Este mensaje lo leía en la T4 del aeropuerto de Barajas con un grupo de 29 educadores y educadoras que -con mochila en mano- volvían a trabajar en el terreno contenidos de mis asignaturas de Desarrollo Comunitario, Metodología de la Intervención Social y Didáctica de la Educación Infantil.

Cuando ví el mensaje no pude evitar la sonrisa: "Ana como siempre perfecta en la oportunidad". Desde entonces y hasta hace unos días mis clases cambiaron de escenario una vez más. El horario se extendió a lo largo de todo el día; la arquitectura del aula ganó en colores, olores y estímulos; y los materiales didácticos se ampliaron hasta lo inimaginable. Lo que si desapareció fué el libro de texto. Lo que se incoporó fue el Fortasec.

Pasados algunos días del reencuentro con el cemento madrileño tengo tiempo de releerlo y evaluarlo. ¿Merece la pena el esfuerzo que supone asumir este modelo metodológico?.

La respuesta nacía sola cuando la cabeza se me iba al siguiente viaje: convivir con comunidades nómadas en escuelas itinerantes, ampliar la convivencia de mis alumnos con familias amsigthz en tareas domésticas, establización de redes informales de intercambio entre alumnos de una y otra localidad, nuevas escuelas y localidades donde desarrollar actividades educativas ....


Enlazo aquí también el vídeo de Javier Moreno sobre el viaje del año pasado:
http://www.youtube.com/watch?v=sro64pHG9hU




miércoles, 17 de abril de 2013

El extrañamiento como terapia educativa.

En mi personal historia del curso –ese periodo de tiempo que viaja de septiembre a junio-, estas fechas son días de maleta, cepillo de dientes y cámara de fotos.

 En torno al final del invierno y entrada la primavera es cuando se acumulan viajes y salidas con grupos de alumnos con la intención de aprender en el viaje, compartir experiencias, husmear otras realidades e incorporar todo eso al aprendizaje.

Alguna de ellas han ocupado post en este mismo Canal como el del péndulo de Ifoulou, el viaje a Málaga o InterActúa.

El asunto es que la semana pasada vivía una cadena de actividades 7/24 con varios grupos –entre ellas las Jornadas de Animadores Socioculturales InterActúa- y en poco más de un par de semanas viajaré con otro grupo a distintos lugares del Atlas.

Es una época de viajes en la que cada momento del día es una ocasión educativa y en la que las fronteras entre lo público y lo privado, lo formal e informal se rompen. Entre estos periodos vuelvo a las clases de cincuenta y cinco minutos, puertas, aulas y pupitres.

Como se puede imaginar el choque entre uno y otro contexto educativo es una verdadera bofetada. Así que este año he decidido aprovechar la ocasión para no obstinarme en hacerlos coherentes.
Ver la realidad de los centros con una mirada deshabituada. Desfamiliarizarme de la realidad –e invitar a que haga así por quienes la habitamos-. Poner de manifiesto cada elemento de la realidad de los centros como algo extraño a la naturaleza de la educación me parece una terapia muy saludable.

El extrañamiento no tiene porqué ser una terapia agresiva, más bien la actitud de mirar la realidad desde los ojos de quien no parte de supuestos irracionales. De cuestionar rutinas, hábitos y suspuestos erróneos y errados de la educación.
 
En esta capacidad de cuestionar la realidad y hacerla extraña, un maestro: el gran Gila.


miércoles, 3 de abril de 2013

Desalojos y realojos de la educación. InterActúa una vez más.

En la Comunidad de Madrid hay solo siete centros donde se puede obtener el título de técnico superior en animación sociocultural. Los siete son públicos. La escasez y la titularidad nos dan pistas del grado de compromiso que tiene la sociedad con aquellos profesionales que podrían estar trabajando para el bienestar, el cambio y el compromiso con las personas, la participación social, las relaciones humanas, el territorio.

Son aquellos pequeños detalles que se olvidan -por micro y humanos- en este macroescenario de supuestos irracionales.

Supuestos que sitúan el bienestar de las personas en el último escalón de los bienes a conservar
En esta sociedad que desaloja de las viviendas.
Desaloja de los tratamientos médicos.
Desaloja de la enseñanza.
Desaloja de la participación.

Y realoja en el ninguneo, en la irracional idea que el itinerario vital debe acomodarse a los mercados. Y por lo tanto los itinerarios formativos se acomodan a la competitividad y no a la solidaridad, el compromiso, la justicia social.

Mercados que necesitan restablecer la confianza, la seguridad.
Mercados necesitados de psicólogos y no economistas –por lo que parece-.

Pues en este contexto creo que está bien celebrar cada rincón que se abre a romper  supuestos errados en lo que importa en educación. En este caso en lo que respecta a formar educadores y educadoras para la deshumanizada sociedad que nos toca vivir.

La formación de educadores pasa por generar espacios de relación, de intercambio.
Espacios donde cuestionar los espacios y tiempos de la educación.
Espacios donde lo público y lo privado, lo curricular y extracurricular, lo formal y no formal son dicotomías absurdas.

Absurdas como lo son los supuestos erróneos y errados de la educación para la mejora de la competitividad.

En este contexto de defensa del absurdo -y desde hace unos años- comparto con mis alumnos de animación sociocultural y un puñado de compañeros y compañeras y sus alumnos y alumnas y gentes de asociaciones y proyectos frontera en la educación unos días de encuentro en el que siete centros públicos se encierran en unas jornadas apostando por otra forma de formar educadores.

Unas jornadas humildes, autogestionadas, organizadas gracias al tiempo y la vida regalada de cada participante y organizador. Un tiempo gratis de funcionarios que nada tienen que ganar en regalar ese tiempo de tardes y noche reuniéndose. Un tiempo que los educadores en formación emplean en compartir experiencias y relaciones resucitando un puñado de palabras malditas: participación, utopía, igualdad, bienestar, relación …

La web de InterActúa es modesta y abierta como la propuesta que no nace para crecer, solo para comprometerse firmemente con un determinado modelo de formación de profesionales de la educación.

Como dice aquel dicho africano:

“Para educar un niño hace falta toda una aldea”.

lunes, 4 de marzo de 2013

¿Las paredes laten?

Hace una semana cerraba maleta y -junto con un grupo de alumnos- emprendíamos viaje a Málaga en busca de experiencias de las que nutrirnos. Habíamos quedado con amigos de asociaciones, proyectos e iniciativas que nos interesaba conocer en primera persona. 

La bruja buena de este viaje era Esther Monleón, amiga y gestora cultural de la Diputación, que lleva años sabiendo apuntar la nariz a lo importante en el mundo artístico, sociocultural y educativo de esa ciudad. Un ejemplo de ello fueron las diez “Escuelas de Valores” que han marcado a varios cientos de docentes, educadores sociales y animadores socioculturales. Cada vez que me encuentro con alguno de los participantes de aquella experiencia exudan rabia e impotencia al saber que este año, a principios de julio, no podrán hacer la maleta –una vez más- camino de este espacio de libertad y formación.
 
Y es que hacer maleta es una de las cosas más educativas que hay. Porque supone crear la INTENCIÓN. O lo que es lo mismo: incorporarnos vitalmente en un proyecto educativo.
Esta semana visitábamos bastantes iniciativas que nos interesaban. Cada una de ellas merecería un post y quizá lo haga. Pero hoy toca hablar de algo que me impactó especialmente.

Esther nos lleva de la mano a un pequeño colegio de una pedanía de un pueblo cercano a la ciudad de Málaga: Benagalbón; pedanía de El Rincón de la Victoria -a poco más de 30 minutos del centro de Málaga-.Allí nos encontramos con un proyecto realmente impresionante que nos presenta Antonio Palomo, director del Centro.

El salón de actos se ha convertido en una sala de exposiciones que bajo la denominación “Robert Harvey” aloja en residencia proyectos de artistas contemporáneos que diseñan su obra e incorporan a grupos de alumnos y familias en su proyecto artístico.

El proyecto artístico taladra de parte a parte el centro educativo tatuando cada pared con cuadros, obras, esculturas, instalaciones. Productos artísticos que se incorporan después al comedor, a los pasillos, los jardines, aulas. Productos artísticos en los que han participado familias, alumnos, profesores, artistas.

Merece la pena visitar la web del centro y recorrer lo que han creado año a año . http://colegiodebenagalbon.com/la-sala-de-arte

Ver todo aquello me devolvía una vez más aquella pregunta que me asalta continuamente: ¿qué hace que haya centros que apuestan por innovar? ¿qué hace que haya equipos que deciden indagar por propuestas educativas de vanguardia mientras que otros se instalan en la añeja escuela-de-la-reproducción?

Intuyo que tiene que ver con algo sencillo. Quizá las gentes que apuestan por la innovación en sus prácticas educativas solo tienen un mérito: incorporar su vida a ese proyecto. Involucrarse vitalmente. Sentir que es necesario romper las fronteras del espacio y el tiempo en las escuelas. Y sobre todo incorporarse vitalmente en la construcción compartida de aprendizajes permanentes y útiles.

En el Colegio de Benagalbón los niños viven una veintena de proyectos artísticos a lo largo de su escolarización. Viven la relación directa del arte con los contenidos de aprendizaje. Viven el compromiso del centro con la innovación. Quizá innovar no es tan complicado; es tan solo dejar que las paredes latan y ser capaz de escuchar el latido que invita a vivir.

sábado, 16 de febrero de 2013

El vómito como libro de texto

Ayer estuve enfrentándome una vez más al maravilloso torbellino de las obras de Angélica Lidell. Fueron 100 minutos de un impacto esperado. Porque Angélica consigue convertirte en un lienzo sobre el que –como si fuera Pollock- escupe, vomita o acaricia con la realidad que choca contra su boca.
 
Lo que hace Angélica es devorar la realidad y tras digerirla la vomita cargada de emoción. Llevada a lo individual, al corazón. Así que al final se convierte en una historia de amor. O del intento fallido por amar. En sus palabras, “el mundo de la expresión” en sentido puro.

La primera vez que me enfrente con un trabajo suyo fue hace algunos años en la que fue una sala mítica del teatro alternativo madrileño: El Canto de la Cabra. En aquella ocasión El texto de Angélica estaba desnudo. Solo una voz grabada leía letánico “Mi relación con la comida”. Un texto en el que –entre otras muchas cosas- habla de educación. Su relación con la educación. Para mi fue un verdadero impacto. Desde entonces siempre que puedo me dejo escupir, vomitar o acariciar por esta autora

¿Y qué hago aquí hablando de Angélica Lidell?. Pues resulta que hay dos cosas que viendo  sus obras enlazan recurrentemente a como pienso la educación y que tienen que ver con las eternas preguntas; el Qué y el Cómo.

Qué.

El recurrente asunto de los contenidos y su relación con el aprendizaje. ¿sólo pueden incluirse en los currículum contenidos diseccionados, aburridos, despersonalizados y alejados de toda utilidad práctica para los estudiantes?. ¿Son los contenidos objetos con los que mercadear para comprar una nota? Superar una prueba que te permita seguir adquiriendo nuevos contenidos tan inservibles como los anteriores. A juzgar por la dirección que van tomando las políticas educativas, parece que si.

Lidell trata temas que deberían estar en todo proceso de aprendizaje: el poder, el hambre, el dinero, la relación, la identidad, el amor. Además lo hace incorporando estrategias de las que los docentes podríamos aprender. ¿Es posible hablar de la revolución comunista china a través del mito de Orfeo y Eurídice?; Angélica lo demostró ayer.

Cómo.

Los contenidos no los secuencia, ni los ordena por criterios lógicos y objetivos. No pretende transmitir. Hace que te enfrentes a ellos, que los vivas que los hagas tuyos, que reacciones y los pongas en relación contigo mismo y tu vida.

Estos son los ingredientes que andamos exigiendo a la educación desde hace tiempo. Un cambio de paradigma que tímidamente se va abriendo hueco desde los foros y desde las prácticas. Una metodología que pretenda generar experiencias educativas. Todo lo contrario al modelo que representa el libro de texto. Quizá va siendo hora de cambiar el libro de texto por el vómito.

No me resisto a terminar el post con una cita de la radical, la visceral, Angélica:

La vida cotidiana lava la sangre una y otra vez,
Pero el teatro no es cotidiano,
El lo opuesto a lo cotidiano,
(…)
en el teatro hay que rajar el vientre del mundo para que
supure todos los cadáveres,
ahí está la medicina,
en ese vientre atiborrado y en ese bisturí.
(…)
¡Si el Estado es la búsqueda del bien común
el arte es el verdadero Estado!

(Lidell, A. (2005): Mi relación con la comida. Madrid, SGAE. 58-59)

Fuente de la imagen: http://letrasheridas.files.wordpress.com/2008/10/rubens_orfeo_euridice.jpg

sábado, 19 de enero de 2013

Currículo móvil.

Hace unos días tuve una interesante discusión sobre el uso de móviles en las clases.

El contexto era una reunión de profesores y los protagonistas un grupo de alumnos de entre 18 y 30 años. En un momento de la reunión una profesora cuenta preocupada un suceso que le había ocurrido unas horas antes. Lo narra de la siguiente manera: Estaba en su clase viendo una película que hacía relación al tema del silencio y el sonido, cuando observa que una de las alumnas está distraída y con el móvil en la mano. Cuando se acerca a ella y la pide que se centre en la película, la alumna se muestra especialmente molesta. Se queja de que no debería llamarla la atención en público.

En la narración que hace la profesora, describe su perplejidad porque piensa que se lo había comentado de forma a su juicio discreta, sin embargo parece ser que la alumna no lo percibe así.

Lo más interesante del hecho viene a continuación. La profesora en cuestión cuenta que la alumna dijo que estaba segura que eso ya se sabía por el resto de alumnos y lo estaban en ese momento comentando por whatsap. Cuando la profesora levanta la vista observa como efectivamente muchos teléfonos lucen en la sala. Algo que es relativamente habitual y que en este caso la deja lo suficientemente preocupada como para compartirlo con el equipo.

El hecho es interesante ya que visibiliza la existencia de un potente currículo etéreo –currículo móvil, lo he querido titular- que es estable en todo el proceso educativo y del que –en este caso- el docente es ajeno. Me interesa especialmente aclarar que no se trata de un conjunto de pequeñas pinceladas, matices o variables que influyen de forma más o menos puntual en la construcción del currículo. Lo que tenemos delante es un abultado currículo que navega por los móviles y que no es currículo oculto –en la  medida que se hace visible para quienes acceden al él- y tampoco es explícito –ya que no ha sido incorporado de forma intencional a la propuesta didáctica por parte del docente-.

¿Cómo se posiciona el resto del equipo ante la narración de esta profesora?.

Las respuestas que tuve ocasión de escuchar ejemplifican algunas de las posiciones actuales del profesorado sobre el tema (los nombres son falsos):

Julia (la profesora protagonista): Estoy preocupada y no se qué medida voy a tomar. Quizá pedir que se dejen todos los móviles a la entrada en una caja.

Julián: Yo es que a veces no sé si me están atendiendo a mi o están hablando con el novio.

Lucía: Bueno hay muchas veces que viene muy bien. Yo a veces les digo que busquen información o una imagen y es automático. Aunque a veces no sé que hacen. Me dicen que están buscando información y no sé si es verdad.

Lucio: Un montón de veces les ves que comprueban cosas que explicas en los móviles. A mi me han corregido un montón de veces con nombres de autores, fechas o cosas por el estilo.

Paqui: Ya pero la verdad es que es algo que hay que reconocer que está ahí. No podemos cerrar los ojos a que hoy es imposible cerrar la puerta y dar clase.

Paco: Yo tengo un grupo de whatsap con ellos y la verdad es que me mola. Se mucho de ellos y ellos comparten, aunque a veces no se que hacer con todo eso.

Adolfo: Yo lo tengo claro. La consejería de educación ha prohibido el uso de móviles. Yo no lo permito por normativa y punto.

En este post-planteamiento –imposible por espacio hacer el nudo y desenlace-, al menos se pueden dibujar algunas líneas de discusión sobre el tema:

Como bien demuestra el suceso que explica Julia, la red estabiliza la construcción de un currículo que responde de forma autónoma a los clásicos qué, cuando, dónde cómo, etc. Es decir, construye potentes contenidos, modelos relacionales, espacios donde se desarrolla el currículo, cuestiona el concepto del espacio educativo y lo es muy importante en este caso: el del papel del docente y de la propia institución escolar.

Curiosamente los equipos de profesores siguen cuestionándose como integrar este fenómeno en el aula. Para ello pretende utilizar estas tecnologías como recursos didácticos. Gran error.

Cada vez más se van sumando las voces que intentan explicar que de lo que se trata es de cambiar la mentalidad. No se trata de integrar cacharros a nuestro modelo de enseñanza, sino pensar que papel debemos jugar en este nuevo escenario comunicativo.
 
Esto genera inseguridad -Julián dudaba si estaba siendo atendido por sus alumnos o no-, Lucía intentaba utilizarlos como herramienta pero sin perder el control –cosa que no podía asegurar-.

Lucio constataba algo que sabemos: no somos el referente como fuente de información. Las redes sociales e Internet hace mucho que ocuparon ese lugar.

Paqui se deja seducir por un nuevo espacio educativo. Un escenario ridículo en el que cerramos la puerta de la clase y en los bolsillos de los treinta alumnos tenemos abierta la red al mundo.

Paco se lanza a la red y descubre ese currículo móvil. Ahora queda ver como cuadra con el currículo explícito y también con su papel como docente.

Mientras esto sucede las consejerías de educación sacan normativas que prohíben el uso del móvil en las aulas. Adolfo y otros muchos como él están encantados. Menos mal que algo así no sucedió cuando Gutenberg sacó la cultura de los monasterios y la hizo accesible con un sencillo cacharro. ¿Os imagináis que la imprenta no pudiera usarse “por normativa”?.

Nos encontramos en un momento complicado en el que en vez de acompañar al profesorado en el duro proceso de reinventar la educación para que se convierta en un agente de cambio en este nuevo contexto global, asistimos a la puesta en escena de la contrarreforma educativa más irracional e indocumentada de las últimas décadas. En este contexto, no es de extrañar que cada vez haya más voces como la de Adolfo.

Fuente de la imagen: http://us.123rf.com/400wm/400/400/kapu/kapu0905/kapu090500555/4903372-telefono-antiguo.jpg

viernes, 14 de diciembre de 2012

El misterio de la educación: una terapia inesperada.

El título de este post es un guiño cómplice a una obra, de Marta de Gonzalo y Publio Pérez, de hace algunos años que –como tantas que viajan en las lindes de la educación- no se ha explorado como merecía. La obra se llama “La intención” y se puede aún descargar desde su página http://www.martaypublio.net y el vídeo-material asociado ser visto en “La Hamaca” http://www.hamacaonline.net/obra.php?mode=2.
Una parte de esta obra reproduce un fotomontaje que me ha servido en bastantes ocasiones para invitar a reflexionar sobre “la educación” con mis alumnxs. La imagen es una manipulación de la fachada del Ministerio de Educación en Madrid donde cortan, sin intentar disimularlo, la palabra “ministerio” erigiendo –a partir de ese momento- el Misterio de Educación. A veces sencillas acciones abren caminos didácticos con una potencia educativa inigualable.
Parece que asistimos a un momento de esperpento en el que cada día se escucha una razón más radical, añeja e indocumentada para justificar la brecha educativa más importante del último par de siglos.
No voy a entrar en este momento al trapo de la provocación. Una provocación que crece día a día con la vuelta a la formación profesional de la ley del 70 en la que alojar a los excluidos del camino fetén. La vuelta a un modelo de revalidas, de competición, de exclusión.
Todo esto en un mundo global en el que las competencias que demandan las empresas son la creatividad, la capacidad de cooperar, de innovar… ¿revalidas creativas?; me temo que no.
Cada nueva provocación, que levanta polvaredas de réplicas y contrarréplicas, me devuelve al Boudrillard del simulacro o al esperpento –que es más de la tierra-. Parece como si todo este afán por arrasar la educación, uniformizar contenidos, lenguas, resultados y pensamientos fuera un burdo escenario que intentara despistar otros temas más sangrientos: el hambre, el paro, la desesperación de quién pierde la casa, la ilusión, la sonrisa. O quizá canalizar la protesta contra una ley educativa que –en cualquier caso pudiera no llegar a promulgarse- evitando así que se oriente hacia lo que no parece que haya voluntad de evitar: el hambre, el paro, la desigualdad cada vez más terrible.
En cualquier caso dejo desmenuzar la contrarreforma educativa a compañerxs que también es este CanalDeEducación escriben a diario sobre ella con acierto y de quienes aprendo y con quienes comparto muchas de sus opiniones.
Mi intención en esta ocasión es describir como todo este ruido de fondo no deja de ser una ocasión educativa para trabajar el concepto de educación desde lo más cercano: la vivencia personal y el producto mediático que supone. Ambas son premisas sobre las que es posible edificar una reflexión mucho menos tóxica de la que habitualmente están presentes
Para ello –en mis clases de didáctica o de metodología- trabajamos el concepto de educación desde la creación y la historia personal de cada unx de lxs educadorxs en formación. Es estimulante escuchar lo ajustado de la denuncia, la demanda y la idea de lo que NO es la educación y lo que SI debería ser. Para ello trabajamos desde el arte, la historia personal, los deseos, lo sentimientos.
Un recurso que utilizo recurrentemente es la performance. Sin entrar a desmenuzar que elementos me parecen valiosos de este recurso como herramienta didáctica –que me llevaría más de lo que quiero para este post- si quiero compartir una acción que tuve la ocasión de vivir hace pocos días con un grupo de alumnxs trabajando el concepto de educación y en el marco de un taller sobre video-performance organizado por el departamento educativo del Museo 2 de Mayo. Al igual que la obra de Marta y Publio mis alumnxs desarrollaron una acción -como educadorxs en formación- que les compromete con la Educación-con-mayúsculas y elaboran toda una terapia para leer ruidos de fondo que no deben despistarnos de un trabajo en el que llevamos muchos años y en el que seguiremos navegando entre las andanadas mediáticas.

martes, 20 de noviembre de 2012

Grafitis y lupas: un “día de …”

Hoy es 20 de noviembre. El día internacional de los derechos de la infancia. Es un “día de …”
En los últimos años los días-de suelen acompañarme dos cosas que, a fuerza de repetirse, se han convertido en algo cotidiano.
Una es que sirve de disparador para acometer alguna acción educativa que se proyecte a colectivos en espacios muy variados.
La otra es la eterna discusión sobre si tenemos que esperar a que llegue determinada fecha para trabajar el día-de los derechos de la infancia, la mujer, el maltrato, la pobreza, el medio ambiente, el ….
En los últimos tiempos la práctica educativa me lleva a un proceso de limpia de lo accesorio. Sobre todo cuando lo accesorio supone hablar mucho y vivir poco. Así que termino apostando por usar el “día de…” como un lienzo. O mejor como una pared en blanco.
El día-de se convierte en una pared en la que tatuar un grafiti que visibiliza algo que debería quedar para todo el año. Además es la excusa perfecta para orientar miradas. Algo parecido sucedió con el 15M cuando emocionado descubrí que casi no tenía alumnxs en las aulas porque la ciudad se había convertido en un aula y lxs educadorxs infantiles, a quienes daba clase de didáctica, colaboraban activamente en un espacio infantil en la puerta del sol de Madrid, o lxs animadorxs socioculturales a quienes daba clase de desarrollo comunitario o metodología de la intervención social ensayaban técnicas y vivían el aprendizaje (y la enseñanza) social en las calles.
Así que en los días-de, el colectivoenacción –una vez más- se pone en marcha para vivir un espacio de aprendizaje. Y también para colocar una lupa sobre focos que nos preocupan como educadorxs: en este caso el respeto a la infancia.
Todos somos Malala. Era una frase que asumíamos todxs al inicio de la jornada y que nos llevaba a un centro en el corazón de Vallecas en Madrid.
Virginia, Laura, Javie, Dani, Rocío, Mila, Ceci, Marina, Carlos, Sergio, Irene, Olga, Sara, Diego, Noe, Noelia, Mónica, Aitor, Soraya, Laura, Alba, Carle, Mª Jesús, Ita, Juan, Nerea, Lili, Mai, Violeta y Leonor. Todxs son Malala.
No voy a entrar a desmenuzar la mañana porque a partir de ahora se convierte en la masa con la que trabajar las próximas jornadas y que nos llevarán a definir necesidades de formación en el perfil profesional de la educación en este grupo concreto y el itinerario a negociar para hacerlo.
Lo que si voy a hacer es dibujar en esquema una mañana que del día-de:
  • Instalación interactiva sobre derechos de la infancia.Construcción cooperativa de “la escultura de los derechos”
  • Talleres de educación infantil.
  • Cuentos interactivos para educación infantil con la técnica de luz-negra.
  • Gincana sobre los derechos.
  • Juegos y convivencia de colectivos de infantil, primaria, maestros, animadorxs socioculturales… en el día-de.
En esta ocasión –y casi todas- la pared en blanco que permite el grafiti, la imagen y la acción tiene más sentido que el texto de seso pedagógico que no llega a arañar la piel más allá de los que ya la tienen tatuada.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

lunes, 5 de noviembre de 2012

Habitaciones, papeles pintados y fronteras.




 Hace algunos días María Acaso me invitaba a un ciclo de encuentros que –organizado por el grupo de Pedagogías Invisibles- reúne en grupos de discusión a personas que intercambian sobre algunos disparadores de ideas en torno a la educación. El proyecto lo han llamado HABITACIÓN e invita a diferentes agentes a reflexionar sobre las arquitecturas necesarias para un nuevo ecosistema de aprendizaje. La propuesta se habitaba en el Matadero de Madrid y los disparadores –o temas propuestos y calendarizados- son a cual más sugerentes:
1.- Estructuras,
2.- Mobiliario,
3.- Tecnología,
4.- Decoración y
5.- ‘Otros’ sentidos.
En la primera sesión tuve la ocasión de disfrutar y aprender de jugosos análisis sobre las estructuras necesarias para un cambio de paradigma en educación. Arquitectxs, gentes del mundo del arte, no-alumnxs y si-exalumnxs dibujaban líneas que podrían delimitar –o abrir- las nuevas arquitecturas educativas.
¿Qué características debería tener una estructura educativa?. Las propuestas que se escucharon eran a cada cual más sugerentes. Espacios abiertos, tomar conciencia del umbral, entender la estructura como un espacio relacional, como un nodo discontinuo de situaciones vitales en las que se aprende …
Mi experiencia vital en aquel encuentro –educativa en definitiva- me llevaba a mi práctica diaria en estructuras clásicas de aprendizaje como las que observo día tras día y que rompo en la medida de lo posible –y a costa de disfrutar del adjetivo ‘juanjadas’-. Estructuras típicas en un centro educativo de muros cerrados, puertas cerradas, horarios, desconexión móvil, delimitación clara de la frontera entre el dentro-fuera, etc, etc.
Frente a todo esto, escuchar propuestas alternativas me hace sentir una cálida compañía. Sin embargo, también me reconocía en una cierta situación de extrañamieto respecto a lo que escuchaba.
¿Sería posible generar experiencias educativas en una estructura ideal?.
Soñemos una situación ideal para el centro educativo. ¿Es esto lo relevante para que se produzca el aprendizaje con las características que deseamos?
En mi día a día, lo que descubro es que lo que realmente hace potente el espacio educativo es la acción que se ejerce en él. Lo que es imprescindible es que este espacio permita impresionar a los que lo habitan hasta el punto de ponerlos en situación de cuestionarlo y decidir acciones con (o contra) él.
Ser capaz de mirar el espacio educativo, las paredes, los muros, las puertas o la ausencia de ellas tiene potencia educativa en la medida que somos capaces de sentirlas, escucharlas, soñarlas y decidir acciones con ellas.
No en balde nuestras amigas de Pedagogías Invisibles han dejado para la última la sesión dedicada a “otro sentidos” o lo que es lo mismo: reflexionar sobre quién habita los espacios y qué hace con ellos.
Innovar es habitar. En el caso de nuestros centros; habitar los espacios que transitamos día a día.

(*) Post publicado también en blogcanaleducacion.es
 
Juanjo Vergara en la red:

jueves, 25 de octubre de 2012

Escobas y cajas registradoras. Talismanes y talibanes de la innovación.

Abro mi participación en la sección de innovación educativa de blogcanaleducacion.es y tras un primer impulso de tirarme a la piscina y liarme a desmadejar experiencias y líneas de acción novedosas, se me ha ocurrido meter tímidamente el pie a ver si el agua está muy fría o demasiado caliente. Incluso si el espejismo de una piscina llena de propuestas ‘innovadoras’ esconde un tinto avinagrado, el agua de la vieja fuente de nuestros antepasados o verdadero ácido corrosivo con apariencia inocua.
Así que me voy a la wiki para ver la raíz etimológica y me dice que el vocablo innovación tiene que ver con la acción de hacer algo nuevo con la dirección de dentro. No me queda muy claro si se refiere a hacer algo nuevo con lo de dentro –lo que como metáfora educativa podría explorarse como un acto de purga intestinal–, o hacer, desde dentro, algo nuevo –lo que parece invita a pensar en una suerte de iluminación proyectiva de una verdad revelada o, quizá, inventada–. De las dos hay, pero de eso ya hablaremos en otro post.
 En fin, parece claro que la cosa va de “hacer algo nuevo” así que me pongo a buscar ejemplos y los encuentro en los periódicos. Según esta acepción, Innovación parece ser la contratación de profesores nativos de inglés para dar geografía de España, la implantación con calzador del IMQF en centros públicos, la extensión de pruebas homogeneizantes de nivel en cada etapa-curso educativo. También es nuevo que en vez de disminuir las ratios de profesor-alumno se aumenten o que los organismos institucionales que incluyen la palabra innovación en su propio nombre, decidan avalar –con publicaciones propias–, la idea –incorrecta por otra parte– de que una de las claves de la excelencia danesa en educación es la ausencia de innovación y experimentación. También es nuevo sostener -con la ignorante arrogancia de quien no se ha dedicado a vivir un proceso educativo con un grupo de alumnos más que un centenar de horas-, que no es necesario preguntar por los caminos a recorrer a aquellos que ‘escriben’ día a día –y por miles de horas– las historias de la educación. La historia de Juan, Felipe, Andrea, Lucía… Y que no preguntan está claro. Ni escuchan. Ni ven.
Hay muchas formas de innovar en educación. Las que me interesan no son estas nuevas prácticas sino las que exploran caminos con un fin muy distinto. Y el fin que me interesa en las prácticas innovadoras está muy comprometido con algunos de los discursos que se llevan escuchando hace décadas y otros que estamos creando entre algunos hoy mismo desde la experiencia educativa.
¿Innovar para qué? Si innovar supone la experimentación de metodologías, recursos, materiales, proyectos que buscan segregar aún más una sociedad en la que la brecha de la pobreza es cada vez mayor. Me te temo que me interesa poco. Con esto me refiero a la innovación como generadora de marcas asociadas a campañas de marketing educativo. Prácticas educativas en las que lo primero que nace es la marca y su logo.
Porque la palabra innovación se ha convertido en un término talismán que se utiliza convulsivamente intentando dotar de modernidad, eficacia y excelencia cualquier tipo de proyecto o centro educativo que lo nombra. Un término que por exceso de uso ha perdido su significado. Algo parecido ocurre con la creatividad, competencia, inteligencia emocional. Con todos esos ingredientes hoy se cocinan productos de consumo educativo por doquier: desde libros, películas, software, centros educativos de excelencia e incluso programas de televisión. Productos que poco tienen de innovación y mucho de penetración en el mercado. El mercado de los euros y el mercado de los pensamientos, los valores, los dictados del “estar en el mundo”. También de segregación, de diferencia, de brecha. No es esta la innovación que me interesa.
Pero, ¿qué hay de nuevo en la educación que necesita de tanta innovación? Porque algo está claro; los centros o programas que se asocian a los términos innovación, creatividad, etc. lo hacen sabiendo que estos –y no otros– son los ingredientes indispensables en una educación de calidad en nuestro tiempo.
La sociedad actual nada tiene que ver con aquella que exigía de una transmisión de contenidos y valores de generación en generación. Los valores en alza son los que hacen competentes a las personas para cambiar, adaptarse, crear. Nadie sabe cómo será la sociedad en unas pocas décadas. Lo que sí se sabe es que vivir en ese mundo exigirá una alta capacidad de innovación, creatividad, sociabilidad.
Hace años que muchas voces apuntan la necesidad de cambio de las escuelas. Ken Robinson –con sus célebres vídeos en youtube– y tantos otros acusan a las escuelas de matar la creatividad, de alinear, de incapacitar a los niños y jóvenes para convertirse en ciudadanos activos en esa nueva sociedad de la comunicación.
Sin embargo, los planes de estudio y las políticas educativas siguen un camino totalmente opuesto. El ejemplo más llamativo es el aumento en el número de pruebas que estandariza el aprendizaje y la forma en que lo obtienen los alumnos
Es como si viajáramos imparables a una segregación radical de nuestros jóvenes:
Unos se educarán en centros en los que se ensayan programas innovadores en los que se busca el desarrollo de competencias necesarias para convertirse en ciudadanos activos en la sociedad de la comunicación.
Otros se educarán en centros en los que los programas de formación del profesorado y los programas de innovación se limitan al manejo de las tecnologías y el dominio del inglés.
Centros que formarán cerebros de pensamiento flexible, creativo, emprendedor, proactivo frente a otros que formarán para atender al turista en un inglés aceptable y manejar con cierta facilidad la caja registradora.
Parece que a los centros públicos les ha tocado la segunda función si miramos los proyectos de formación del profesorado que se subvencionan desde las autoridades educativas o la supresión de premios y subvención a proyectos de innovación en comunidades como la de Madrid ¡y antes de la crisis, por cierto!
Así que hoy, desde mi modesto punto de vista, hablar de innovación es          –entre otras cosas– hablar de brecha digital en una sociedad conectada. La brecha que separa los que tienen acceso a la red como escenario de creación, como herramienta de empoderamiento y otros que protagonizan el acceso a la red como una herramienta alienante en una vida dictada.
Distintos modelos educativos que se desarrollan sobre metodologías distintas y con ensayos innovadores distintos. Ambos modelos llevan asociado el adjetivo “innovador”, sin embargo solo me interesa uno de ellos.
Es la brecha entre una educación creativa, activa, empoderada y otra repetitiva, estandarizada, que responde solo a una función instrumental.
La diferencia entre implantar planes “innovadores” para la enseñanza del inglés o el uso de las ‘nuevas’ tecnologías y apoyar programas innovadores que ensayan sobre metodologías participativas, socializadas, en red, flexibles, creativas….
¡Polisemias del logo ‘innovación’!….. frente a estas, hablar de innovación es interrogarse sobre el mecanismo de la escoba: ¿para qué sirve una escoba? (“No pienses en una escoba”)

Fuente de la imagen: http://www.edceisa.com.pe/popup_image.php?pID=40

(*) Post también publicado en blogcanaleducacion.es

Juanjo Vergara en la red: